Continuando con el tema del heroísmo que dejé aparcado en doble fila hace unos días, otro de los pensamientos que pasaron por mi mente es que hoy en día recordamos más los héroes americanos (o mejor dicho norteamericanos) que no a los própios. En el fondo, es un ejemplo más de la influencia que ejerce "el amo del mundo" sobre sus súbditos. En gastronomía, por citar un ámbito conocido, comemos más carne de gat.....digo hamburguesas y "fast-food" en general que no las lentejas y potajes de siempre. En mitología o heroismo, nos suenan más nombres como Billy el Niño, Wyatt Earp, Doc Hollyday, el general Custer, o a los defensores del Álamo, que no a nombres más cercanos como Viriato, Gonzalo Fernández de Córdoba, Churruca, Juan Martín Díaz, o lugares como Numancia o el fuerte Baler.
Lo primero y más curioso del caso es que a pesar que los Estados Unidos de América tienen una historia mucho más reducida, sobretodo si lo comparamos con cualquier país de Europa, África o Asia, su maquinaria propagandística (ayudada sobretodo por el cine made in Hollywood) ha conseguido crear un olimpo de héroes própios que ha eclipsado personajes propios muy superiores en gestas.
Porque....vamos a ver, qué mérito tiene un personaje como Billy el Niño, una especie de pistolero muy joven que liquidó a unos cuantos tipos que tuvieron la mala suerte de ponerse delante de su revólver. Lo mismo que Ike Clanton cuyos hermanos y allegados se cruzaron el camino de dos tipos como Wyatt Earp y Doc Hollyday que disparaban primero y preguntaban después. Y en cambio de un pobre pastor de ovejas como Viriato, que recorría tranquilamente las tierras de la Iberia que luego sería conocida como España y Portugal, ya pocos se acuerdan. A lo mejor no tiene tanto mérito derrotar a los generales de la mayor potencia de su época la Roma que acababa de aplastar a los cartagineses, hasta el punto que visto que no podían derrotarlo uno de ellos le otorgó el título de "amigo del pueblo romano", que en latín quiere decir: "como no te podemos derrotar por las buenas te derrotaremos por las malas". O dicho de otra forma, sobornaron a sus lugartenientes para que lo liquidaran. Lo malo es que cuando éstos fueron a cobrar, a un ingenioso senador romano se le ocurrió aquello de "Roma no paga a traidores", que en latín significa: "grácias por los servicios prestados y ahora poned el cuello dentro de la soga".
Y también me dirán que el General Custer era todo un "metrosexual", muy guapito él con sus melenas rubias ondeando al viento pero vamos, que el hecho de liquidar indios (los auténticos norteamericanos por cierto), bajo el lema de "el indio bueno es el indio muerto", y cuyo mayor mérito fue conseguir por primera y casi única vez que se aliaran casi todas las tribus indias de la zona para cortar sus melenitas y seguramente otras partes del cuerpo que no voy a nombrar aquí. Y que por cierto consiguieron en la "famosísima" batalla de Little Big Horn, Pequeño Gran Cuerno en nuestro idioma, donde Custer y casi 300 soldados se dejaron los idem entre otras cosas. Y sin embargo ya nadie recuerda al que fue conocido como "El Gran Capitán", Gonzalo Fernández de Córdoba, militar que ya despuntó durante los últimos coletazos de la toma de Granada y cuyos mayores logros militares los consiguió en Italia, al asegurar el reino de Napoles para los intereses de la corona española y largar de allí a los franceses, a quienes derrotó en múltiples ocasiones. Al mismo tiempo que otros hacían las américas (o mejor dicho las descubrían), él machacó a los gabachos una y otra vez hasta que se aburrieron y se fueron a molestar a otra parte. Incluso se permitió un desaire a su muy "católica" majestad, Fernando (el de tantomontamontatanto...), cuando al requerirle éste las cuentas durante su mandato como virrey de Nápoles, Gonzalo, muy español él, respondió de una forma que deja bien claro como somos: "Por picos, palas y azadones, cien millones de ducados; por limosnas para que frailes y monjas rezasen por los españoles, ciento cincuenta mil ducados; por guantes perfumados para que los soldados no oliesen el hedor de la batalla, doscientos millones de ducados; por reponer las campanas averiadas a causa del continuo repicar a victoria, ciento setenta mil ducados; y, finalmente, por la paciencia de tener que descender a estas pequeñeces del rey a quien he regalado un reino, cien millones de ducados."
Supongo que a casi todo el mundo le suena "El Álamo" y sus defensores del Álamo, entre los que se encontraban nombres ilustres como Davy Crockett, Sam Bowie o el Coronel Travis, que fueron masacrados por las tropas mexicanas del General Santa Ana mientras en las cornetas pinchaban "degüello". No voy a negar que los tuvieron bien puestos pero las comparaciones son odiosas. Lamentablemente pocos recuerdan la gesta del Fuerte Baler, conocida esta aventura como “los últimos de Filipinas”, donde un puñado de españolitos se atrincheraron en dicho fuerte, y allí aguantaron casi un año contínuos asaltos de los filipinos que querían echarlos de su isla. Tal fue el valor demostrado por los españolitos allí atrincherados, que los veintipocos supervivientes (de los cuales ni yo mismo recuerdo un sólo nombre) fueron recibidos por sus enemigos en formación y con todo el respeto que se ganaron a golpe de machete, bala y lo que se terciara. Con el añadido además que para cuando salieron, hacía meses que se había acabado la guerra. Tal fue su resistencia y obstinación que sólo faltó que bajara Dios del cielo para convencerles que se había firmado la paz. Y en nuestra tierra, ya prácticamente está olvidado el sitio de Numancia, ciudad celtíbera que resistió durante varios años a los romanos. Incluso el vencedor del cartaginés Anibal, Publio Cornelio Escipión, le costó varios meses rendir a la ciudad por hambre y otros derivados, y ante la inminecia de la derrota la mayor parte de los defensores (supervivientes más bien) prefirió el suicidio a la esclavitud romana (más tarde se conoció como “Pax Romana”). De ahí quedó el dicho de defensa numantina, la pena es que pocos saben a qué se debe el dicho.
Y podría contínuar hablando de otros personajes prácticamente olvidados cómo Churruca, por decir un nombre al azar, el cúal antes de partir hacia la derrota de Trafalgar al mando del navío que mandaba (el "San Juan Nepomuceno") escribía a su hermano estas proféticas letras: "Si llegas a saber que mi navío ha sido hecho prisionero, di que he muerto." Y efectivamente cumplió su palabra. Eso sí, hicieron falta seís buques ingleses para conseguirlo.
Como decía, esto se podría alargar, no hasta la eternidad pero sí un buen cacho. Nuestra historia es rica en personajes y hechos como los que he resaltado en estas líneas a modo de pequeña. Y la verdad, tonterias patrióticas al margen, es una pena que poco a poco vayan cayendo en el olvido. Y no dejo de preguntarme qué hubiera pasado si los yanquis hubieran tenido nuestros héroes. Porque si con los personajillos que ellos han tenido ha hecho tan magníficas películas....¡Qué grandes obras ha perdido el séptimo arte de haber tenido semejantes hombres!
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario