Después de un prolongado silencio, vuelvo con nuevas fuerzas a hablar de algunos tipos de gente de esas que se dicen que están en este mundo porque tiene que haber de todo...o casi.
El primero de ellos va a ser el ocupamostradores. Pero, ¿Quién es el ocupamostradores?
Supongo que a todo el mundo le ha pasado alguna vez que ha tenido que hacer cola para algo: correos, hacienda, gestiones diversas, la cola del paro....Es curioso como todas las instituciones públicas lo primero que ponen es un mostrador y hasta que no encuentran a la persona que se ponga detrás del mismo (otro día hablaré de ellas), no abren. También es curioso que normalmente hay más gente haciendo cola que siendo atendida o haciendo cualquier otra cosa. De echo, a estos sitios se viene directamente a hacer cola. Personalmente he tenido que pasar por una multitud de estos lugares y por mucho que he intentado buscar el momento idóneo para hacer la gestión correspondiente siempre me he encontrado a alguien delante. A veces he llegado a pensar que esta gente forma parte del "kit mostrador".
Pues bien, a lo que iba. No sé si le ha pasado alguien más (espero que sí), pero la mayor parte de las veces me ha tocado delante al "ocupamostradores", este es un tipo de persona bien curiosa. Aparentemente es normal en todos los sentidos, en condiciones normales pasaría totalmente desapercibido, pero en cuanto se encuentra con un mostrador delante se transforma y saca a la verdadera bestia que lleva dentro. Me he encontrado a tantos tipos de esta especie que solo verle acercarse al mostrador correspondiente ya sé que es un ocupamostrador.
Lo primero de todo es la forma de aproximarse al mostrador. La mayor parte de las veces están inmediatamente detrás de la persona que les antecede, llegando casi al contacto físico con la persona que tienen delante. Tanto es así que muchas veces ésta tropieza con ellos en su afán por alcanzar su meta. En segundo lugar, suelen desparramarse por el mismo mostrador adoptando una postura que en los libros de yoga se llama "ser uno con el mostrador". Muchas veces llevan un fajo de hojas (desordenadas, por su puesto), que despliegan con rapidez ante la jeta hieratica del funcionario de turno acostumbrado a tratar con este tipo de gente (y otros aún peores), y a partir de allí comienza la tortura para el que viene detrás, ya que la media hora no se la quita nadie.
Este tipo de gente, una vez llega a su destino, siente la imperiosa necesidad, de contar su vida, la de sus padres, hermanos, vecinos y cualquier conocido que se le pase por la cabeza. Por otro lado, por más facil que sea la cuestión que les lleva allí, necesitan algo más de diez minutos para explicar el motivo que les lleva hasta allí, luego, por más sencilla que sea la respuesta, necesitan otros diez o quince minutos para entender lo que les dicen, y finalmente tras explicar (normalmente en voz alta) a qué hora se han levantado, que han desayunado, y una explicación detallada de cada uno de los pasos que le han llevado hasta allí, se dan por satisfechos y sueltan a su presa, para alivio de toda la cola, que para cuando termina ha multiplicado por 12 su volúmen.
Quizás lo mejor de todo es la mirada de inocencia que sueltan al contemplar varias decenas de pares de ojos inyectadas en sangre deseando saltarles encima y despedazarles allí mismo. Lamentablemente a lo largo de mi vida me he encontrado varios especímenes de estos (muchos la verdad) y no hay vez que no pase por mi lado que pasen por mi cabeza mil formas de hacerle pasar los mil y un tormentos y sufrimientos. Y estoy seguro que no soy el único....
miércoles, 21 de noviembre de 2007
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